13 dic 2012

Delirium en Bruselas



Delirium en Bruselas
Por: Diana Ruíz Rivera


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Delirium es a Bruselas lo que Águila puede ser a Colombia, Corona a México, Polar a Venezuela; o Quilmes a Argentina. De ahí que encontrar un bar que no tenga entre sus avisos una referencia a su cerveza, es casi imposible. Como imposible es encontrar un bar sólo con ese nombre a las 10 de la noche, a 3 grados centígrados y en pleno centro de Bruselas. Qué mejor excusa para conocer una ciudad. En nuestra búsqueda todo, todo, TODO se llamaba delirio; perdón “Delirium”…

Ahora que lo pienso, qué nombre más acertado. Desde la llegada al hotel en medio de una constante llovizna y con su correspondiente trecho a pie –con equipaje incluido- Bruselas era un “Delirium”…


El bar de la esquina con dos pisos, el café con sillas afuera, y hasta el restaurante, eran “Delirium”. El frío en la mañana, en la tarde y en la noche junto con “thanks”, “mercy” y “dank”: todo era “Delirium”…
Los recorridos por las zonas turísticas en tiempo record también tienen su cabida en el concepto “Delirium”…  Y ni qué decir del dolor de pies después de tanto andar. Eso sí que es “Delirium”…

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Delirantes también lo fueron el Parlamento Europeo, el European People Party y la Comisión Europea. Delirante el Parque de Bruselas, Godofredo de Bouillon, y obviamente delirante Brujas!!! La verdad, fue poco el tiempo para delirar, siempre falta tiempo para abstraerse y conocer otras realidades, y aprender nuevas cosas.

Ahh que si lo encontramos –el bar-?
Sí, si lo encontramos. En medio de otros “Delirium” y repleto de gente que a media luz bebía dosis de “delirios” de todos los sabores, olores y tamaños. De los que sólo Bruselas puede ofrecer.

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“Parafraseando por el camino”



“Parafraseando por el camino”

Por: Andrea Gutiérrez Borda

Cortes de Castilla y León. © Derechos Reservados
Podría comenzar diciendo que las expectativas son inmensas, que los mundos por conocer son también inmensos, que las experiencias por vivir son inagotables. Diré entonces que Valladolid se convirtió en la primera parada de un recorrido que para algunos inició ayer; para otros, hace dos meses; y para los demás quizás un año atrás.

Como diría el licenciado José Carlos Fajardo quizás todos sin saberlo hemos caminado hasta aquí para aprender que lo importante no es el destino, si no el viaje. Hemos llegado hasta aquí para reconocer –de la mano de Yuri Morejón- que “No hay atajo, sin trabajo”, y más adelante (también de su mano) que “para comunicar efectivamente hay que sentir y hacer sentir. Al final todo se tiende a olvidar menos lo que sentimos o nos hicieron sentir”.

Podría –en esta ocasión- hablar de paisajes, de lugares nuevos, de sorpresas. Pero creo más propicio hablar de caminos, de recorridos. Y porqué no robarle - tan sólo por este instante- las palabras al expresidente colombiano Ernesto Samper al referirse a su experiencia en tiempos de crisis: “Lo importante es aprender a navegar en las virtudes para no naufragar en los defectos”.

Podría incluso –como el mago más diestro- sacar frases del sombrero. Frases asertivas, frases destacadas, frases para enmarcar, frases para olvidar, frases que no entendí o frases que no entendieron. Frases profundas o frases llanas. Pero sólo repetiré una más: “Nada grande pasa, sin una gran pasión”. Esa que me trajo hasta aquí.



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